Fuente: «Historia del Palacio de la Isla de Burgos (1883-12010)» de Isaac Rilova Pérez
Accidente de Quintanilleja en 1891
En la noche del 23 de septiembre de 1891 se produjo un gravísimo accidente ferroviario entre las estaciones de Burgos y Quintanilleja, donde el expreso que procedía de San Sebastián colisionó con el tren mixto que circulaba en dirección contraria. Los viajeros del mixto se salvaron gracias a la maniobra del maquinista, Pedro Jaca, que pudo frenar a tiempo y permaneció en su puesto frente a una muerte inevitable y espantosa.
A causa de la magnitud de la tragedia, la Familia Real, formada por la reina regente María Cristina de Habsburgo, el joven príncipe Alfonso XIII, y las infantas María de las Mercedes y María Teresa; acudió a Burgos para asistir, el 13 de octubre, a una misa de Réquiem por las víctimas del accidente.
Durante su estancia en Burgos, la familia Muguiro acogió a la Familia Real en el Palacio de la Isla, donde pasaron dos días, el 12 y el 13 de octubre de 1891, antes de regresar a Madrid. En ese tiempo, la Familia Real aprovechó para realizar diversas visitas protocolarias a centros hospitalarios y, pudo almorzar en palacio con sus anfitriones.
Firma del último parte de guerra de la Guerra Civil
Concluye en marzo de 1939, y también la larga y agotadora Guerra Civil. El 31 de marzo, Franco fue informado por un ayudante de que las tropas nacionales habían alcanzado sus últimos objetivos militares a media tarde de ese día. Al día siguiente, 1 de abril de 1939, se leyó el último parte de guerra, firmado en este caso excepcional por el propio Francisco Franco. Su primera versión fue elaborada, una vez conocida la toma de Alicante y de los últimos reductos de la costa sureste, por el teniente coronel Barroso y Sánchez Guerra, jefe de Operaciones del Cuartel General, y redactado en el edificio que ocupaban del Banco de España (hoy, Religiosas del Niño Jesús).
El texto inicial era el siguiente: ‘En el día de hoy, después de haber desarmado a la totalidad del Ejército Enemigo Rojo, han alcanzado las fuerzas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado’.
El documento fue llevado al Palacio de la isla y Franco lo corrigió, le dio la versión definitiva y lo rubricó con su firma. Barroso lo llevó hasta Radio Nacional de España, hasta hace unos días Radio Castilla. A las once y cuarto de la noche, en presencia de varias personas, entre ellas el director de la emisora, Antonio Tovar, el actor y locutor Fernando Fernández de Córdoba dio lectura al último parte oficial de guerra. Franco, convaleciente de una afección gripal, pudo escucharlo desde el Palacio de la Isla, mientras cenaba acompañado de sus familiares y del ministro de Gobernación, Ramón Serrano Súñer.
El texto definitivo del parte que se leyó fue el siguiente: ‘En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. LA GUERRA HA TERMINADO. Burgos, 1º de abril de 1939. Año de la Victoria. El GENERALÍSIMO, Franco
Fue éste el único parte de guerra firmado por Franco. Con su lectura, concluía oficialmente la contienda, aunque las confrontaciones armadas se siguieron produciendo con los restos del Ejército republicano y los maquis en forma de guerrillas hasta bien entrado el año 1945.
En el Palacio de la Isla se decidió también la salida de España de la Comunidad de Naciones en la reunión que el Consejo de Ministros celebró el 8 de mayo de 1939. La I Guerra Mundial había sido una auténtica masacre y las grandes potencias del mundo y otras naciones se dieron cuenta de la necesidad de actuar para impedir que volviese a estallar un conflicto como ése. Por eso, se quiso crear un organismo que permitiera a las naciones poder resolver sus disputas por medios pacíficos en lugar de militares. España se había adherido a la Sociedad de Naciones en 1918 de la mano del Conde de Romanones. Durante la República y la Guerra Civil, Salvador de Madariaga fue el representante del Gobierno republicano. La creación del comité de no intervención para inspeccionar e intervenir en España anuló el escaso protagonismo que la Sociedad de Naciones pudiera haber tenido.
La absoluta incompatibilidad existente entre un régimen totalitario como el español y otros democráticos, integrados en la Sociedad de Naciones, explica que el ministro de Asuntos Exteriores remitiera a la Secretaría General de la Sociedad de Naciones un telegrama solicitando la baja de España en ese organismo.
También se suscribió el Pacto AntiKomintern, firmado entre Alemania y Japón, por el que se declaraba la hostilidad de ambos países a la Internacional Comunista.
Al mismo tiempo, el Palacio de la Isla fue también el escenario donde el general Franco recibió a ‘personajes’ que marcaron la historia europea como Heinrich Himmler, ideólogo de la ‘solución final,’ o el mariscal Philippe Pétain, embajador entonces de la República Francesa en España.
Visita del mariscal Pétain en 1939
En el ámbito del reconocimiento internacional, se produce la presentación de credenciales del embajador de la Francia de Vichy, el mariscal Philippe Pétain a Franco, como embajador extraordinario y plenipotenciario de la República Francesa en España.
Su nombramiento como embajador de Francia en España, el 2 de marzo de 1939, suscitó polémicas en ambos países. Pétain, que visitó Burgos el 23 de marzo de 1939, entró en la Plaza de Alonso Martínez escoltado por la Guardia Mora a lo largo de la calle Laín Calvo mientras la banda de música de San Marcial tocaba ‘La Marsellesa’. Desde el Palacio de la Isla, el general recorrió el Paseo de la Isla y la calle Laín Calvo, en un trayecto plagado de público, en el que formaron fuerzas de Infantería con uniforme de gala.
El discurso del embajador francés, pronunciado en el gran salón del palacio de la Sexta Región Militar de Burgos, estaba enfocado a establecer un pacto por el que España mantuviera una posición neutral en caso de que estallara la II Guerra Mundial. Pétain ofreció en su discurso la leal colaboración de su país y se refirió al mutuo y amistoso respeto entre ambos países. Pétain se trasladó después a la Casa del Cordón y realizó una visita protocolaria al ministro de Asuntos Exteriores.
Sociedad de Naciones y Pacto AntiKomintern
En el Palacio de la Isla se dictaminó el último parte de guerra de la Guerra Civil y se decidió la salida de España de la Sociedad de Naciones en reunión del Consejo de Ministros y se suscribió el Pacto AntiKomintern, firmado entre Alemania y Japón en el que se declaraba la hostilidad de ambos países a la Internacional Comunista. Al mismo tiempo, en Palacio fue el lugar donde el dictador Franco recibió a ‘personalidades’ europeas que marcaron la historia europeas como Heinrich Himmler, ideólogo de la ‘solución final’ o el General Pétain.
Visita del Reichfürer Heinrich Himmler en 1940
El 19 de octubre de 1940, una vez concluida la Guerra Civil, el Reichfürer Heinrich Himmler se desplazó a Burgos para conocer la ‘Capital de la Cruzada’, el lugar desde el que Franco dirigió el desarrollo de la Guerra Civil hasta la victoria. Himmler, uno de los principales líderes nazis en el régimen de Hitler e ideólogo de la ‘solución final’, el plan diseñado por el Tercer Reich para llevar a cabo la eliminación sistemática de la población judía europea en la Segunda Guerra Mundial, llegaba a España para entrevistarse con Franco.
Entraba por la frontera de Irún procedente de la Francia ocupada; en su parada en San Sebastián tuvo tiempo para visitar la Diputación provincial, el Palacio de San Telmo, el Club Náutico y el monte Igueldo. Uno de los objetivos de Himler en su visita a Burgos era tomar contacto con los servicios de información alemanes que operaban en el campo de concentración de Miranda de Ebro, lugar en que estaban recluidos numerosos prisioneros aliados y de otras nacionalidades.
El recibimiento que se le ofreció en Burgos fue muy caluroso. El comercio local cerró sus puertas y la ciudad se engalanó para recibir al ilustre visitante. Himmler entró en la ciudad por el Paseo del Espolón, para dirigirse a la Catedral, en cuya escalinata de la puerta del Sarmental, junto a la gran cruz de los caídos, fue recibido por las autoridades burgalesas y aclamado por el pueblo.
Tras su visita al templo catedralicio, el jefe de la Policía nazi se trasladó a la Cartuja de Miraflores donde fue recibido y acompañado por el prior, deteniéndose especialmente a contemplar el sepulcro de los reyes fundadores, Juan II de Castilla e Isabel de Portugal. Su visita finalizó en el Palacio de la Isla, centro de operaciones de Franco durante la guerra, donde cenó en compañía del director general de Seguridad, entre otras personalidades.
Fue Himmler a quien Hitler confió la planificación y la implementación de la “solución final”. En su discurso más citado, ese 4 de octubre de 1943 en Poznan, a un grupo de generales de las SS, Himmler justificó en forma explícita el asesinato en masa de los judíos europeos con las siguientes palabras: “Aquí frente a ustedes, quiero referirme explícitamente a un asunto muy serio… Aquí quiero decir… la aniquilación del pueblo judío… La mayoría de ustedes sabrá lo que significa cuando 100 cadáveres yacen uno junto al otro, o 500 ó 1.000… Esta página de gloria en nuestra historia nunca se ha escrito ni se escribirá jamás… Teníamos el derecho moral, estábamos obligados con nuestro pueblo a matar a estas personas que querían matarnos a nosotros”.
Después del fracaso del putsch del 20 de julio de 1944, Himmler jugó con la idea de negociar una paz separada con los aliados occidentales mientras continuaba la lucha contra la Unión Soviética. Durante el invierno de 1944 y 1945, pensó en usar a los prisioneros de los campos de concentración como moneda de cambio para iniciar esas negociaciones. En abril de 1945, Himmler se reunió con el representante del Congreso Judío Mundial en Estocolmo, Suecia, Hilel Storch, para tratar la apertura de negociaciones. En parte, porque los aliados no negociarían con un hombre tan implicado en crímenes nazis y, en parte, porque Himmler no podría separarse de Hitler o de la creencia de que, de algún modo, los alemanes ganarían la guerra, sus desganados tanteos fracasaron. En abril de 1945, Himmler solicitó al conde Folke Bernadotte, vicepresidente de la Cruz Roja de Suecia, que transmitiera un ofrecimiento de rendición en el frente occidental al general Dwight D. Eisenhower, comandante en jefe de las fuerzas aliadas. Hitler recibió la noticia del ofrecimiento en la rodeada Berlín la noche del 28 al 29 de abril de 1945. En uno de sus últimos actos oficiales, Hitler despojó a Himmler de todos sus cargos y ordenó su arresto.
Si bien había asegurado constantemente a sus oficiales y hombres de las SS que, en última instancia, él se responsabilizaría por todas sus acciones, el fin de la guerra encontró a Himmler vestido con el uniforme de la Policía Secreta de Campo con documentos a nombre de Heinrich Hitzinger. Fue capturado por soldados rusos el 20 de mayo de 1945 y entregado a los británicos, a quienes finalmente confesó su identidad. El 23 de mayo de 1945, mientras le practicaban un registro de cavidades corporales, Himmler se suicidó mordiendo una cápsula de cianuro que ocultaba en la boca para ese preciso propósito.
Para más información puede consultar la web de la Enciclopedia del Holocausto.
Primera visita institucional en 1981. Jordi Pujol
El Ejecutivo autonómico, instalado en el Palacio de la Isla, se preparaba para acoger los primeros actos de carácter institucional. El presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, era el primer titular de un Gobierno regional que acudía de visita oficial a la recién estrenada comunidad de Castilla y León. El 26 de noviembre de 1981, Pujol llegó a Burgos en visita oficial y se entrevistó en el Palacio de la Isla con el presidente, José Manuel García Verdugo.
Firmaba en el libro de honor del Consejo General de Castilla y León, saludaba después al alcalde de Burgos, José María Peña, y se entrevistaba también con el capitán general de la VI Región Militar. Al día siguiente, Pujol visitó Covarrubias y Santo Domingo de Silos y continuó viaje hacia Valladolid. En Tordesillas mantuvo una cena privada con García Verdugo y al día siguiente ambos acudieron a Villalar, donde depositaron una ofrenda floral en el monumento a los comuneros. La visita del presidente catalán tenía por objetivo desvanecer las reticencias que podía haber respecto al proceso autonómico y demostrar que la España de las Autonomías era posible.
Visita de los Reyes al acto de las Fuerzas Armadas en 1983
El Ayuntamiento de Burgos había solicitado a la Casa Real que Su Majestad el Rey aceptara el nombramiento de Alcalde Honorario de la Ciudad, al igual que lo recibió años atrás su abuelo Alfonso XIII. La Casa del Rey declinó aceptar este nombramiento y el jefe de la Real Casa, el marqués de Mondéjar, le traslada la decisión al alcalde de Burgos, José María Peña San Martín.
Sin embargo, D. Juan Carlos tuvo la deferencia de acudir a Burgos para presidir el desfile de la Semana de las Fuerzas Armadas y, acompañado de la Reina Doña Sofía y de sus hijos, el Príncipe y las Infantas, llegó a visitar el Palacio de la Isla.
Sin haber tomado posesión y sin haber anunciado la composición de su primer Gobierno, Demetrio Madrid protagonizó el que fue su primer gran acto oficial, la visita de la Familia Real. Los monarcas habían acudido a Burgos a presenciar el desfile de las Fuerzas Armadas y el motivo era el inicio de las celebraciones del MC aniversario de la ciudad, que en realidad tendría lugar al año siguiente (884-1984).
La Familia Real estuvo acompañada por buena parte del Gobierno, encabezado por el presidente, Felipe González; el ministro de Defensa, Narcís Serra, y los ministros de Asuntos Exteriores, Interior, Administraciones Públicas y Cultura, además de altas personalidades del Estado como el presidente del Congreso, Gregorio Peces Barba, del Senado, José Federico de Carvajal, el presidente del Tribunal Constitucional, Manuel García Pelayo y el presidente del Tribunal Supremo, Federico Carlos Sainz de Robles, entre otros cargos.
Fue, sin duda, la visita más importante del Rey a la capital burgalesa por cuanto que en su presencia y las actividades programadas arrastraron hacia la ciudad no solo al presidente del Gobierno, sino a buena parte de su gabinete, a cinco presidentes autonómicos y a miles de personas llegadas desde las capitales más cercanas y desde todos los puntos de la provincia.
Previamente, los Reyes habían visitado el Palacio de la Isla, que por el momento seguía siendo sede del Ejecutivo Autonómico. Demetrio Madrid, que acababa de tomar las riendas del Ejecutivo autonómico, ejerció de anfitrión de sus majestades y agradeció la visita. En su despacho, hizo entrega a Su Majestad de un ejemplar encuadernado en piel del Estatuto de Castilla y León y un cofre que guardaba una réplica de las llaves del Palacio de la Isla. El Rey pudo firmar en el libro de honor y asistió después a una recepción en la que asistieron distintas autoridades como el presidente de las Cortes de Castilla y León, Dionisio Llamazares, y los miembros de la Mesa y Junta de Portavoces del Parlamento regional.